Comenzamos hidratando las hojas de gelatina en agua fría. A Continuación, calentamos la leche y la retiramos antes de hervir.
En un bol mediano ponemos el té matcha junto a un cacito de la leche caliente. Batimos con unas varillas pequeñas o un batidor “chasen” de bambú tradicional en la cocina japonesa.
Una vez que hemos disuelto el té, incorporamos el resto de la leche junto a las hojas de gelatina (que hemos escurrido bien previamente). Reservamos.
Fundimos al baño maría el chocolate blanco troceado. En un bol grande, ponemos el chocolate fundido y le vamos añadiendo poco a poco la mezcla de leche, té y gelatina que habíamos reservado, removiendo constantemente para evitar la formación de grumos.
Sin dejar de remover, añadimos la nata hasta conseguir una mezcla homogénea. Repartimos en los moldes y dejamos refrigerar, al menos, 12h. Desmoldamos para emplatar y decoramos con finas láminas de chocolate blanco. Servimos pasados unos 15 minutos para que la Panna Cotta se haya templado un poco.